
AML: ¿en qué punto estamos en Europa?
Con la Directiva 2018/1972, el Código Europeo de Comunicaciones Electrónicas (EECC) hizo obligatorio para los países de la UE que las llamadas de emergencia desde smartphones utilicen, cuando estén disponibles, los datos de ubicación derivados de los propios dispositivos. Como consecuencia de esto, desde marzo de 2022, todos los smartphones vendidos en Europa deben ser capaces de transmitir los datos de ubicación del llamante al Centro de Emergencias. Actualmente, todos los smartphones Android e iOS son compatibles con AML, una tecnología que ya ha sido adoptada en más de 30 países en todo el mundo.
En cuanto a la Unión Europea, la tecnología está implementada en casi todos los países (incluido el Reino Unido), con diferentes niveles de funcionalidad, dependiendo del operador telefónico correspondiente. El AML Report Card 2023 Update de EENA ofrece un detalle muy completo de los servicios disponibles, para cada operador telefónico presente en cada uno de los Estados miembros. Esto es especialmente importante para verificar funcionalidades, como, por ejemplo, el roaming internacional, o el Text-to-112 o equivalentes.
AML: los desafíos de la integración y el rol del CAD
Los datos de ubicación AML son proporcionados por el teléfono móvil, que envía la posición recibida del satélite, de la celda telefónica o del Wi-Fi, según algoritmos propios del sistema operativo (Android, iOS, etc.). Además, la sensibilidad de la antena del dispositivo influye en la precisión de los datos transmitidos. Como resultado, los datos de localización no siempre son homogéneos y dependen de variables no controlables. Esto representa un desafío para las Centros de Atención y Gestión de Llamadas de Emergencia, tanto a nivel tecnológico como organizativo:
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CAD – Computer Aided Dispatch. El software que controla y coordina las actividades del Centro, debe gestionar la información recibida de manera que refleje con precisión la posición del llamante, incluso cuando la calidad de la señal o la precisión varíen entre diferentes dispositivos. El CAD debe integrar los datos de forma que los operadores puedan evaluar y, si es necesario, corregir la localización.
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Mensajería SMS. Aunque AML puede usar tanto mensajes de texto (SMS) como la red de internet (protocolo HTTPS), los SMS suelen ser el modo preferido. Sin embargo, dado que AML es un estándar, el contenido de los mensajes de posición es siempre el mismo, independientemente del operador. El CAD debe ser capaz de procesar correctamente esta información estandarizada transmitida por SMS.
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Formación de los operadores. El CAD debe ser capaz no solo de visualizar la posición del llamante en el mapa, sino también de proporcionar indicaciones sobre la precisión de los datos, que, en un corto período de tiempo, pueden provenir de fuentes diferentes (GPS, celda telefónica, Wi-Fi), según el algoritmo utilizado. Aunque la posición proporcionada tiene una alta fiabilidad, no se puede garantizar una certeza absoluta, especialmente en áreas urbanas, ya que se cruzan datos provenientes de GNSS, celdas telefónicas o Wi-Fi. La posición se resalta con un círculo de radio variable, dependiendo de la confianza en los datos. Por lo tanto, es necesario un adecuado entrenamiento de los operadores del Centro: según la precisión mostrada en el mapa, el operador decide si y cómo pedir confirmación de la ubicación al llamante. Dado que el envío del SMS depende de la cobertura de la red, también es necesario contar con procedimientos alternativos, como la solicitud de información verbal o la triangulación de celdas telefónicas.
La tecnología AML es de interés supranacional y requiere que todos los operadores telefónicos de los países involucrados se comprometan a fomentar el roaming. Para que AML funcione fuera de su propio país, es necesario, de hecho, acuerdos entre las instituciones y las empresas de telecomunicaciones para gestionar de manera uniforme el enrutamiento de los mensajes SMS. Asociaciones, como por ejemplo EENA, monitorizan constantemente los avances de los distintos países en la dirección de la estandarización, para garantizar un servicio cada vez más confiable y preciso a los ciudadanos de Europa y del mundo.